Chatbots en la administración pública

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En los últimos años, se ha observado un significativo aumento en la utilización de la inteligencia artificial (IA) tanto en el ámbito público como en el privado. Su aplicación es diversa, abarcando desde atención al cliente hasta la optimización de procesos internos operativos. Específicamente, los chatbots, o interfaces conversacionales, se han convertido en una de las implementaciones de IA más comunes en compañías y administraciones. En México, por ejemplo, un informe sobre el uso de herramientas tecnológicas por parte del gobierno señala que el 56% de las aplicaciones de IA utilizadas son chatbots, los cuales facilitan la comunicación entre los ciudadanos y las instituciones por medio de diálogos automatizados.

Estos chatbots han emergido como una herramienta fundamental para mejorar la atención al ciudadano. Mediante su uso, las personas pueden resolver dudas comunes, efectuar trámites gubernamentales y manejar servicios como pagos o programación de citas, todo sin la necesidad de involucrar directamente a una persona. Esta automatización no solo ahorra tiempo a los usuarios, sino que también disminuye la carga laboral del personal público, lo que les permite enfocarse en tareas más complejas.

Además de los chatbots, hay otras aplicaciones de inteligencia artificial que se están utilizando tanto en el sector gubernamental como en el empresarial. Un ejemplo es el reconocimiento de imágenes, que facilita la identificación de objetos, personas o situaciones específicas mediante análisis visuales. Esta tecnología se aplica en una variedad de campos, incluyendo la seguridad, el control del tráfico y la atención médica. Por ejemplo, los sistemas de reconocimiento facial en aeropuertos y estaciones ferroviarias contribuyen a mejorar la seguridad y la eficiencia en la identificación de personas.

Además de los chatbots, existen otros tipos de aplicaciones de IA que se están implementando en el ámbito gubernamental y empresarial. Una de ellas es el reconocimiento de imágenes, que permite identificar objetos, personas o situaciones específicas a partir de análisis visuales. Esto se aplica en áreas tan diversas como la seguridad, la gestión de tráfico y la salud. Por ejemplo, sistemas de reconocimiento facial en aeropuertos y estaciones de tren ayudan a mejorar la seguridad y la eficiencia en la identificación de individuos.

Otra de las áreas en las que la IA está ganando terreno es el aprendizaje automático (machine learning), que permite a los sistemas aprender y mejorar su rendimiento a medida que se procesan más datos. Esta tecnología se utiliza en aplicaciones predictivas, que ayudan a prever tendencias o comportamientos, como en el análisis de datos financieros, la previsión del consumo energético o la anticipación de necesidades de mantenimiento en infraestructuras.

El procesamiento de lenguaje natural (NLP, por sus siglas en inglés) también ha ganado relevancia, facilitando la comprensión y generación de texto en lenguaje humano. Esta tecnología se aplica en áreas como la traducción automática, la atención al cliente y el análisis de sentimientos en las redes sociales. Los algoritmos de IA capaces de reconocer el habla están igualmente mejorando la interacción con dispositivos, permitiendo una experiencia más fluida y natural para los usuarios.

En general, las herramientas de IA se dividen en tres grandes categorías: IA débil, IA fuerte e IA superinteligente. La IA débil se enfoca en realizar tareas específicas, como las mencionadas chatbots o sistemas de predicción. La IA fuerte, por su parte, está diseñada para razonar y tomar decisiones de manera autónoma, un paso más allá de la IA débil, pero aún en desarrollo. Finalmente, la IA superinteligente, que todavía está lejos de ser una realidad, tiene el potencial de superar las capacidades cognitivas humanas, abriendo un abanico de posibilidades para aplicaciones aún no imaginadas.

En términos generales, la adopción de la IA sigue en aumento, y su evolución promete seguir transformando industrias y servicios, desde la atención pública hasta la manufactura y la educación. Sin embargo, a medida que estas tecnologías avanzan, también surgen preocupaciones sobre su impacto en la privacidad, la ética y el empleo, lo que plantea un desafío para los gobiernos y las empresas en términos de regulación y responsabilidad.

By Jacqueline I. Bradley

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